Botándola de Jonrón con un lápiz y un papel

Caracas| José Visconti, un periodista eclesiástico

Botándola de Jonrón con un lápiz y un papel

Ser un venezolano con más de 40 años de experiencia no sólo en el área deportiva, también en el ámbito religioso y en la escritura, con un trayecto tan humilde como profesional

Un hombre robusto que ha sobrevivido a 3 tratamientos para el cáncer le sonríe a las cámaras y transporta a todos quienes lo ven y lo escuchan al campo de juego. Menciona a los jugadores, explica las jugadas y celebra las victorias de tal manera que al salir del estudio  se encuentra a aquellos aficionados del deporte que siempre lo saludan e incluso le preguntan quién ganará la temporada sólo para oír su voz y seguir viviendo el momento del partido.

José Visconti es un venezolano al que le encanta leer y releer, incluso textos que critican y cuestionan los dogmas eclesiásticos. El olor de un libro le fascina, ya sea viejo o nuevo, pero más le gusta recordar cuando en algunos momentos de su vida conoció en persona a varios de sus escritores preferidos e incluso cuando entabló una pequeña conversación con ellos.

Todo inició en el sector popular “El Cementerio” en un barrio de familias europeas. Los Visconti eran una familia muy unida y trabajadora. El señor Rafael Visconti (padre de José Visconti) trabajó durante años en un concesionario automovilístico ubicado al lado de los estudios de Radio Caracas Televisión (RCTV). Incluso en la actualidad, en esa vieja casa familiar, hay unas escaleras de caracol pertenecientes a ese canal.

Un tiempo después viven en el sector “Los Rosales”, en una casa construida por su propio padre. Por un tiempo también vivieron en Naiguatá, pero esa última no fue tan importante como lo son las otras 2.

En una familia de 6 hermanos, José tenía mucho contacto con su papá, que además trabajaba también como cobrador y tenía gusto por la pesca. Los fines de semana bajaban con un amigo suyo a la Guaira y en múltiples ocasiones viajó con su padre por el interior del país en las cobranzas, supuestamente por su mal comportamiento.

De niño, aparte de leer revistas y libros ya se acercaba a la palabra de Dios, incluso jugaba a que pronunciaba la santa misa con sus hermanos. Su fe lo lleva a crecer como seminarista en la misma institución donde se forja la Universidad Católica Santa Rosa (UCSAR). Esto le produce gusto y menciona, que llevar 52 años en ese lugar lo convierte en un segundo hogar.

Durante sus años de seminarista leía un periódico eclesiástico titulado “La Religión” y a través de ese diario conoció a quien sería su ídolo y uno de sus  principales exponentes para entrar al mundo del periodismo, monseñor Pellín. En el año de 1966 se convierte en la primera persona con un rango menor a sacerdote en escribir en este.

En los años 70’s abandona el seminario y entra a la Universidad Central de Venezuela para estudiar periodismo con formalidad y conoce a su futura esposa y compañera María Teresa País, un año después de ingresar en la carrera. Al año de conocerse contraen nupcias y comienzan a trabajar juntos en el periódico “La Verdad”.

Una vez graduado comienza a ejercer su profesión en diarios como “El Universal” y “Meridiano”. En ese último se le presenta una oportunidad única que le abre las puertas a su imagen pública en los años siguientes. José Visconti se volvió el primer reportero deportivo en el formato televisivo de “Meridiano TV”. Junto a eso se vuelve director y fundador de ese nuevo canal y comienza a ser reconocido a nivel nacional.

El deporte lo llevó a otros países en varias ocasiones, ya siendo baseball, futbol o cualquier otro que le tocara en algún medio impreso, radial o televisivo. Acompañó y entrevistó a varios deportistas que se estrenaban en el exterior, pero en esos viajes no todo era deportes. Confiesa que en múltiples ocasiones compró muchos libros que no llegaban al país y que se encontró con unos cuantos escritores en los eventos que iba a cubrir.

Años más tarde vuelve a su pasión por la religión cristiana y comienza a trabajar en artículos y noticias de ese género. Es ahí cuando consigue la oportunidad de conocer y ver, cara a cara, al papa Juan Pablo II en las dos ocasiones que pisó suelo venezolano. Pero fue en la segunda visita del pontífice  donde tuvo la posibilidad de conocerlo mejor e incluso acompañarlo por toda Latinoamérica, ganándose el título de “La representación de Dios en Venezuela”.

María Teresa País también se convirtió en periodista deportiva y fue una de las primeras mujeres en presentarse frente a las cámaras y micrófonos para realizar noticias en radio y televisión. El amor que creció en ambos no solo fue por su gusto al periodismo, también por su fe. Quien los casó fue el padre Jesús Crespo, un amigo cercano a ellos. De ese matrimonio nacieron sus 2 hijos: Armando y Claudio Visconti.

José admite que desde pequeños les enseñó a sus hijos a formarse como lectores y hombres de fe, pero les dio total libertad ante ello pues nunca los obligó a ir a alguna misa, además de que  muchas veces se iba del país para cubrir  un evento y era María Teresa era quien se encargaba de cuidar y mantener a los niños.

En los 80’s sucede algo que marca la vida de la familia Visconti. La muerte del Sr. Rafael Visconti durante un examen médico. Con alrededor de 80 años, se realiza un examen médico cuando se le detecta un tipo de alergia al Iodo inyectado en todo el cuerpo para la realización de esas pruebas. Sus hijos aún pequeños cuando esto sucede crecen con la figura de su abuela quien muere unos 20 años después.

En el año 2001 se le ofrece el trabajo de profesor en la UCSAR para el sector eclesiástico, pero con el paso de los años pasó a ser profesor y fundador de cátedras de periodismo eclesiástico y casi al mismo tiempo comienza a dar clases también en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) de periodismo.

Trabajó durante 20 años con “RCTV” en un espacio dedicado a la iglesia cristiana hasta el cierre del estudio, pero aun así se mantuvo en el trabajo de “Meridiano TV” con quien lleva mucho tiempo, al igual que con la emisora “Radio Capital AM”.

Es en los últimos años cuando se retira de “Meridiano TV” y comienza a trabajar en el grupo 6to Poder, dirigiendo el sector deportivo, que le dedica más tiempo a las clases en la UCSAR y a sus nietos durante los fines de semana. Pero la vida le ha presentado un grave problema alrededor de ese tiempo.

Ha luchado 3 veces contra el cáncer y eso lo ha deteriorado física y mentalmente. Junto a todo eso hay que agregarle que ha tenido diferentes operaciones importantes en su vida.

Es aún más reciente su incorporación al semanario “El Heraldo”, donde es director e imagen publicitaria del mismo. Con el pasar de todos esos años, ha sido galardonado con una gran lista de premios y condecoraciones por su trayectoria periodística en el país.

Él admite que no le importa cuántos premios o felicitaciones le entreguen, pues para él, el objetivo es aprender y conocer más. Considera que ese es el camino que le ha preparado Dios, por lo cual es muy difícil aseverar qué planes puede tener a futuro.

La única cosa que espera con ansias en el futuro próximo es poder bajar a la Guaira, ir a casa de su hijo Armando durante el fin de semana para compartir con sus nietos y que quizás lo más importante que le han podido decir es: Abuelo.

Al final, siempre tiene una sonrisa de oreja a oreja para todo aquel le salude y le estreche la mano, además de una inmensa cantidad de conocimiento y anécdotas que le permiten manejarse en cualquier tema de conversación. Quizás lo más interesante es que José Visconti siempre viste de manera formal como si fuera  a entrevistar a alguien más dentro de su lista de grandes músicos, políticos, escritores, filósofos, deportistas, historiadores y muchos otros más que según él han sido coincidencias y que son la parte que más se ha disfrutado de su vida. Por eso, le estará eternamente agradecido a Dios.José-Visconti

En la cumbre del periodismo

Sergio Novelli, periodista venezolano

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Una carrera llena de aciertos y desaciertos, pero sin duda llena de luz y de la mano de Dios. Los valores que le inculcaron sus padres son la base de su vida

Escuchar su voz en la radio. Escuchar su voz en la televisión. Escuchar su voz mientras hablaba por teléfono bajando las escaleras marrones de la emisora. Escuchar su voz diciendo: “Dame un momento, ya te atiendo”, mientras eleva su mirada, alza la mano con una señal de: pare, hace un guiño con el ojo y sale por la puerta. Sin duda alguna ese era Sergio Novelli.

Esperando en la recepción de paredes blancas y de temperatura cálida se levanta la recepcionista, abre la puerta, se asoma y dice: “Hay que estar pendiente que no se vaya, ellos son tan olvidadizos”, mientras en su rostro se forma una discreta sonrisa. Al poco tiempo entra Sergio e indica que ya está listo para la entrevista.

En un jardín ubicado en la parte trasera de la emisora se desarrolla una fluida conversación en la que este destacado profesional de la comunicación parte diciendo que él nunca quiso ser periodista como tal y que siempre se vio inclinado por el mundo del arte: cine y televisión, específicamente. Estudió comunicación social con la finalidad de canalizar esas inquietudes, sin embargo durante el transcurso de la carrera el camino lo fue llevando hacia el mundo del periodismo.

Sin duda alguna, el inicio de su vida profesional fue un pronóstico de que el ejercicio de su profesión estaría lleno de sucesos trascendentales. Pues, el primer día de sus pasantías en Radio Caracas Televisión (RCTV) fue el 27 de febrero de 1989, el día del “Caracazo”. Sergio no sabía qué hacía él ahí, se dio cuenta que se estaba metiendo en un mundo que desconocía, pues no sabía lo que estaba ocurriendo y mucho menos que ese momento sería histórico en la vida del país. Aunque todo esto lo vivió dentro del canal, fue una experiencia dura en la que se vio ante una realidad de un país que de pronto no conocía.

Y de ahí en adelante se adentró de lleno al mundo periodístico, en el cual le tocó seguir viviendo momentos difíciles del país como la recordada situación del 27 de noviembre del año 1992 (segundo intento de Golpe de Estado contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez) cuando explotó una bomba a pocos metros de donde él se encontraba reportando. Esto fue un hecho que sin duda cambió su carrera, ya que mucha gente lo recuerda por ese momento e incluso llegaron a cambiar su apellido a Bombelli.

No obstante, una de las cosas que más ha afectado a Sergio Novelli y no solo en lo profesional, sino también en lo personal fue el cierre de RCTV. Siente que en lo profesional se le truncó la carrera a mucha gente y fue una mezquindad el tomar ese tipo de decisiones porque nunca midieron en realidad lo que significaba el cierre de esta empresa. Asimismo, a pesar que para ese tiempo ya llevaba algunos meses fuera del canal no podía pasar esto por alto sin que le afectara en lo personal. Tras un su suspiró, expresó que RCTV fue su escuela, no solamente donde aprendió y creció, sino que fue el lugar donde compartió con muchas personas que hoy en día son grandes amigos.

Durante su desempeño en Radio Caracas tuvo la oportunidad de hacer el programa “Tras la pista”, en el cual experimentó otro tipo de periodismo: el periodismo de investigación. Novelli indicó que fue un trabajo muy difícil: “Hay que escarbar y escarbar, y cuando escarbas a veces consigues cosas que uno por ética no debe decir y a veces hay que decirlas aunque pueda acarrear algún tipo de consecuencia a las personas involucradas”. Fue una experiencia que le dio mucha satisfacción, más allá de premios, a nivel personal. Aprendió a conocer a la gente.

Del mismo modo, entre 1993 y 1995 realizó la producción y conducción del espacio Al Descubierto, el cual fue un programa en el que se destacaban los logros y retos del ser humano. Ahí tuvo una bonita experiencia, ya que pudo encontrarse con un país diferente más allá de lo que significaba hacer: denuncia, noticia, actualidad. Logró encontrar una Venezuela positiva.

Cabe destacar, que durante el tema del cierre de RCTV salió a relucir la posición de un teórico llamado Denis McQuail, quien indica que la libertad de los medios de comunicación de masas dependen casi en su totalidad de quien financia el medio, es decir el que paga tiene la potestad de elegir qué se transmite y qué no. Sergio señala que lo que dice el autor no es de ahorita, sino que siempre ha existido. Indicó que le había tocado vivir momentos difíciles cuando tenía una posición contraria a lo que podía pensar el director de un medio. Sin embargo, señaló que hasta ahora siempre han respetado su trabajo y que por encima de todo él es periodista; que le permitan mostrar siempre las dos caras de la moneda, la opinión de alguien y su contraparte.

Premios, reconocimientos y condecoraciones

Sergio Novelli ha recibido una gran cantidad de premios, reconocimientos y condecoraciones por parte de diversas instituciones. Por el programa que se nombró anteriormente Al Descubierto obtuvo el Premio Municipal de Periodismo en el año 1994. Asimismo, fue galardonado 3 veces por el programa Tras la pista con el Municipal de Periodismo Carlos Moros, el Monseñor Pellín y el Premio Ondas.

No obstante, más allá de todo esto para Sergio el mejor reconocimiento que puede recibir un periodista es que respeten su trabajo como comunicador y su posición, la cual debe ser siempre la más neutra posible; indica que mucha gente no ha respetado eso.

La imagen publicitaria de su vida

Este reconocido periodista venezolano ha desempeñado diversos roles en el plano laboral. Ha sido la imagen publicitaria de diversas marcas, como: Toyota, Banco Caroní, Air France, entre otras.

Sin embargo, si Sergio Novelli tuviera que publicitar su vida reveló que sería como escalar el Everest, ya que siente que así ha sido su carrera. Si bien es cierto, ha tenido buenas oportunidades y ha podido crecer, pero no ha sido fácil. “He logrado escalar, todavía no he llegado al tope. Digo el Everest porque siento que para escalar esa montaña primero debes prepararte y que te vas a encontrar con muchos tropiezos durante el camino”, indicó Novelli.

Su vida personal

Más allá de Sergio el periodista, existe uno que tiene su vida personal conformada por su familia y amigos. A pesar de su complicado día a día, él busca siempre un tiempo para relajarse, señala que hacer ejercicio es una manera que ha encontrado de olvidarse de sus problemas personales y de todo lo que se vive día a día en el país. También, mostró cierta simpatía con la meditación, ya que tiene una cercana relación con Dios y conversa mucho él. En eso ha encontrado tranquilidad y un equilibrio en su vida.

Yendo al pasado, revela que tuvo una infancia muy feliz gracias a Dios. Sus padres trataron de darle todo lo que pudieron a él y a sus hermanos, les dieron una buena educación y le inculcaron valores que en la actualidad son la base de su vida, además que busca transmitírselos a sus cuatro hijos.

Su familia ha influido notoriamente en su carrera profesional, ya que cuando se encontró en la disyuntiva de trabajar o no en televisión, los valores estuvieron muy presentes para tomar una decisión. Expresó que siempre aquel que trabaja en el medio no es muy bien visto por parte de la sociedad y que quizás eso era lo que le impedía entrar como tal en un medio de comunicación. No obstante, se dio cuenta que era algo que podía enfrentar.

Por otra parte, señaló que Alba Cecilia quien ha sido su compañera de vida, de trabajo y sobretodo amiga es una persona que siempre le ha brindado su apoyo. “Ella siempre tiene una palabra de aliento en los momentos en los que uno está desfallecido”, expresó sonriente Sergio Novelli. Siente que ella lo complementa en muchos aspectos de su carrera; es esa otra parte de su rol profesional o esa otra cara de la moneda. “Nos ayudamos el uno al otro y por eso ha funcionado esta relación de tantos años”, dijo Sergio.

(Sergio recibe una llamada telefónica, la cual atiende con mucha rapidez y al culminar de hablar pide disculpas un poco apenado)

Periodismo y más periodismo

Y es que es imposible hablar con Sergio Novelli y obviar el periodismo, ya que por “X” o por “Y” siempre se cae de nuevo en el tema. ¿Quién mejor que él para indicar cuál es el perfil que debe tener un buen periodista?

Dentro de su experiencia reconoce que el periodista integral como tal no existe, pero cree que se debe buscar o perseguir ese ideal. Sin embargo, señala que el perfil de un buen periodista es aquel que es objetivo, equilibrado, responsable y que ante todo siempre dice la verdad. Cree que esas son unas de las características principales que debe tener un comunicador, sobre todo si trabaja en medios audiovisuales. Siempre debe mostrar esa espontaneidad que atrapa al televidente o radioyente.

Por último, se le pidió a Sergio que intentará describir el periodismo en una sola palabra. Al principio, dijo que era imposible, pero después de pensar un poco se dio cuenta de que si podía hacerlo. Señaló que: “podríamos definirlo y creo que es una clave para el periodismo: VERDAD”, concluyó Novelli.

Annakarit, Mata.

La actriz camaleónica que no tiene edad

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Greisy Mena, actriz venezolana de teatro, cine y televisión    

La actriz venezolana es egresada de la Universidad Central de Venezuela; nunca se dedicó al periodismo sino a las comunicaciones corporativas. Tiene una firma llamada “Cinema Press” en la que desarrolla estrategias de marketing para productos cinematográficos.

A Greisy Mena Agudelo nunca le gustó el periodismo a pesar de haber estudiado Comunicación Social. Estudió teatro en la Compañía Nacional y quiso conquistar al público con su medio metro de altura. Durante su trayectoria han sido destacados protagónicos en la película “Postales de Leningrado” (2007), de Mariana Rondón, y “La Vida precoz y breve de Sabina Rivas” (2012) de Luis Madoki en México. Por el papel realizado en el país azteca, Greisy Mena ganó Espiga de Oro en el Festival de Valladolid quitándole el premio a Marion Cotillard; también, fue nominada como Mejor Actriz en los Premios Ariel de México siendo así la única venezolana que figura en la mención de la Academia Mexicana de las Artes.

A las afueras de Espiga Deli, una panadería en la Av. Miguel Ángel de Bello Monte, Greisy Mena quedó en llegar. Pasada ya las cinco de la tarde las luces del lugar empiezan a encenderse, focos que alumbran desde arriba y dejan ver la amplitud del sitio. En la entrada del lugar, figura un espacio rectangular muy cómodo —con mesas y sillas—, bordeado por jardines, con apenas unos escalones que separan la zona rectangular con la entrada que da hacia la panadería.

Dentro de la oscuridad, se ve llegar a la actriz venezolana. Luce urbana: viste un leggins negro debajo de una falda azul bien lucida por sus caderas, franela de tiros roja y botines Converse azules. Lleva su cabello revuelto y sus rizos adornan su cara de aparente niña. Greisy mide 1,50m, pero su talento sobrepasa todo número y no es medible con la proporción de su tamaño. Ella no solo tiene rostro de niña, sino un brillo envolvente en su mirada que hace que la mires como ella quiere que la mires. Su edad es la edad del personaje que le pongan, sin barreras ni límites.

Por eso no dice su edad, porque el actor no la tiene. Y en última instancia, si se pusiese edad, fuese la edad de las vivencias que parece referir a la frase de Antonio Porchia: “Los años que he vivido de menos y los años que he vivido de más, suman… mi edad”.

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Greisy Mena nació en Caracas el 2 de junio. Es de signo géminis y mística en muchas cosas. La actriz y comunicadora social venezolana es la única hija del primer matrimonio de su madre Milagros Josefina Agudelo Cáceres con su padre Néstor Mena Flores. En su segundo matrimonio, la madre tiene a Abrahán Ruiz Agudelo y el menor de los hermanos Ibrahim Ruiz Agudelo. Para Greisy la familia es muy importante. Eso se nota porque cada cosa que dice inmediatamente tiene como referente a su familia.

Para mí la infancia fue muy feliz y se lo agradezco enormemente a toda mi familia en pleno. Porque mi mamá me tuvo a mí y ella estaba estudiando; cuando me tuvo, tenía que trabajar y entonces yo compartía muy poco tiempo con ella. Pero yo era la primera nieta, la primera sobrina y fui muy consentida— dice sonriendo.

La figura de madre para Greisy es su abuela Mariela Cáceres, quien además es su pilar fundamental de vida. Fue la persona que la crió y siente una profunda admiración por ella. Hoy en día, a sus 82 años, la abuela de Mena sigue apoyándola. También, los tíos de la actriz venezolana supieron darle una infancia feliz, aportando cada aspecto que ella necesitó en su momento.

Si tuviera que repetir mi infancia la repetiría tal cual fue señala complacida.

Fue en su infancia, precisamente, que Greisy se le despertó el sentido por hacer arte. Cuando estudiaba en el colegio Nuestra Señora del Pilar —colegio de monjas de puras niñas y lugar donde estudió desde kínder hasta bachillerato—, Mena imitó a la directora en varias oportunidades y realizó varias obras de teatro.

Ya en su adolescencia, la idea de ser actriz fue madurando. Cuando salió de bachillerato, realizó su primer curso con el Teatro del Contrajuegos con Orlando Arocha. Para la época su familia la apoyaba mucho, pero veía sus inclinaciones como algo transitorio. Fue una etapa de experimentación que le permitió a Mena visualizarse en un futuro de lo que quería hacer.

Lo hice [el curso]  mientras me salía el cupo de la universidad. Y ellas [su mamá y su abuela] dijeron: “Sí, vamos a meterla, pero eso se le va a pasar”. Mentira. Terminé el taller y después opté por ingresar al Programa de Formación de la Compañía Nacional de Teatro.

Este sería el punto de partida definitivo y la consagración de la vocación que sentía la actriz venezolana hacia el arte. También, sería la comprensión definitiva de su familia de que eso era lo suyo. La Compañía Nacional de Teatro, marcó el período más formativo e hilvanó un conjunto de pensamiento que formarían a Greisy Mena como futura actriz.

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Greisy Mena tardó un año para conseguir cupo en la universidad y carrera de su preferencia. La sugerencia de que realizara otros estudios paralelos a los de teatro una vez más estuvo influenciada por su abuela.  

En ese tiempo logró quedar en la Universidad Central de Venezuela para estudiar Comunicación Social. Para Mena, la etapa universitaria fue muy significativa, era el momento de compartir salones con grupos mixtos, chicos y chicas, y no como en su tradicional colegio de monjas. En un primer momento, le costó mucho adaptarse al nuevo cambio, pero luego logró superar ese miedo.

A mí un muchacho me hacía “así” y yo me ponía roja. Era un nerviosismo tan fuerte que me sudaban las manos. Tenía que superar ese miedo a los muchachos— recuerda.

Durante un periodo, luego de más o menos dos años de universidad, la actriz comenzó a sentir presión por las exigencias de estudiar dos carreras paralelas. Fue un momento de “no aguanto más” que la invadió y estuvo a punto de abandonar alguno de sus estudios. Afortunadamente, encontró el apoyo y la enseñanza que necesitaba en una de sus maestras de teatro: Diana Peñalver.

Ella me dijo: “Si estás, estás al cien por ciento. Pero no puedes estar a medias”. Admiro mucho su energía, su dominio en escena. Para mí es una gran maestra. Después de pensarlo, decidí “estar”.

También recuerda a grandes profesores que la acompañaron en las tablas: Felicia Canetti, que le dio voz y dicción; Roberto Rodríguez, de Taichí.

Ahí descubrí las cosas que se pueden hacer con el cuerpo y la mente en armonía. Cada maestro te deja cosas bien importantes que hoy por hoy lo recuerdo con cariño y uno lo lleva todavía en el cuerpo, porque la memoria del cuerpo todavía está— apunta.

La etapa de la universidad para la comunicadora social entraña recuerdos inmemorables: ahí tuvo su primer trabajo como actriz y como comunicadora.

—Significa mucho porque ahí entró una “jojotica” y salió una profesional en todo sentido— afirma.

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Son las 6:28pm y Greisy Mena quedó en reunirse con Nadeschda Makagonow (actriz y amiga) en el lugar donde está. En el rectangular espacio de la panadería, se añade una silla más a la mesa donde está Mena. Se saludan muy afectuosamente, se ve que se conocen, brillan las sonrisas y los ojos de quienes tanto tiempo tienen sin verse. Makagonow pide una miloja y se sienta.

En su vida profesional, Greisy ha realizado tanto cortometrajes como largos. Dentro de los cortos figuran: Los elefantes nunca olvidan (2004), ¿Qué importa cuánto duran las pilas? (2005) y Onda corta (2008). Sus mayores reconocimientos vienen a través de los dos protagónicos que ha realizado en largometrajes: Postales de Leningrado (2007) y La vida precoz y breve de Sabina Rivas (2012).

Durante el rodaje de Postales de Leningrado, Greisy compartió el set con Nadeschda y fue allí donde se hicieron más amigas.

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Nadeschda Makagonow como «Señorita Mayonesa». Fotografía: Stefano Gramito

—Cuando fui a Mérida a filmar —apunta Makagonow— me tocó estar en la misma casa donde estaba Greisy. Ella estaba muy agotada, me acuerdo que hablábamos de la alimentación porque ella había adelgazado muchísimo.

Greisy Mena tuvo que llegar 39 kilos y fue todo un reto actoral el personaje de guerrillera que le tocó hacer en la película. La escena más difícil para Greisy en ese rodaje fue su primer desnudo, en el cual señala que estaba “en sus días” y fue complejo realizar la escena por la intimidad del asunto.

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Greisy Mena en Postales de Leningrado. Fotografía: Mariana Rondón

Lo que admira Makagonow de su amiga es la relación foco-mirada, todo lo que tiene que ver con la parte visual que sostiene Greisy en escena. Nadeschda no puede olvidar la Julieta de Shakespeare que hizo su amiga. 

—Greisy logró transmitir ese amor imposible, todo lo conlleva esa obra de Shakespeare. De teatro, eso ha sido lo que más me ha gustado. En cine, Postales de Leningrado ha sido para mí  ha sido lo que más he disfrutado y mejor le he visto. Pero no he visto su última película, entonces no sé— advierte.

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 Fotografía: Telemundo.

La vida precoz de Sabina Rivas es la película con la cual Greisy Mena ha tenido más reconocimiento. La actriz venezolana le quitó el título a una de las actrices que más admira: La actriz francesa Marion Cotillard. Fue en el Festival de Valladolid en donde Mena ganó como mejor actriz en el año 2013 por el personaje de hondureña en la película mexicana de Luis Mandoki.

—Como actriz, no significa tanto como significa el hecho de la nacionalidad. Que una venezolana esté nominada y le haya ganado a Marion Cotillard, para mí ese sentido de patriotismo tuvo más peso en eso momento— apunta.

Para Mena, el personaje de Sabina Rivas ha sido el más complicado en todo sentido. Desde la preparación como actriz, el trabajo diario y preparación rigurosa que tuvo el personaje, hasta las 16 horas diarias que tenía que filmar.

—Fue una preparación muy disciplinada, era así como una escuela: de tal hora a tal hora, me iban a buscar; desayunaba; a tal hora, tenía canto; luego, tenía clase con el músico; después tenía el coach de acento. Fue realmente un entrenamiento estricto, de lunes a sábado desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche— afirma.

El esfuerzo de este personaje no en vano le costó a la actriz venezolana el premio ya mencionado y la nominación como mejor actriz en los Premios Ariel de México.

Durante su tiempo en México, estuvo 4 meses alejado de su familia y su actual novio Alejandro Torres. Con Torres, Mena lleva 14 años de novio y la solidez de su relación se basa en la confianza y en la comunicación. Greisy y Alejandro se conocieron por un amigo en común y fue en su segundo encuentro que se enamoraron. Fue un amor a segunda vista. El novio de Greisy siente mucha admiración tanto como mujer como actriz.

Es una mujer decidida, echa pa’ lante. Con la carita que tiene, por llamarlo de alguna manera, es una mujer con guáramo— comenta.

Muchas anécdotas se pueden contar en 14 años de relación. Torres recuerda una es especial cuando fueron a Magic Kindom en Disney World.

—Tuvimos la oportunidad de ir un fin de semana. La cara de ella fue literalmente de una niña: feliz, llorando. Era un contraste de felicidad con llanto. Siempre me ha marcado esa imagen de ella— recuerda el novio.

Para la actriz venezolana, su novio cumple muchos roles: es su amante, su confidente y su mejor amigo.

—Es una persona que agradezco mucho porque entiende mejor que yo este oficio. Y es publicista, no es actor, y lo entiende mejor que yo— dice efusiva.

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Greisy Mena es una actriz muy versátil. Su cara de niña ha conquistado a muchos de los directores y gente que la admira. Para ella es teatro es estar viva, es pasión. En la intimidad de sus escenas le gusta degustar el arte y la energía del otro actor. En su vida ha interpretado muchos personajes en escena, muchas profesiones y la vida le ha permitido ser quien quiere ser.

Después de un proyecto, el actor se va su hogar, se deslastra de todo lo que ha construido durante mucho tiempo. Es decir adiós a algo que con mucho esfuerzo se ha creado. Greisy Mena experimenta sensaciones muy fuertes cuando termina sus proyectos.

—Depresión total. Horrible. No me provoca comer, todo es gris. Mientras más intenso es el proceso de compenetración con el personaje y mientras más tiempo tengas con una producción, peor te sientes— comenta.

Es la edad de las vivencias. Es el precio de cada proyecto. Emociones variopintas y construcciones psicológicas versátiles. Greisy Mena camuflajea su edad con sus atributos de niña, y conquista el público interpretando el personaje que le pongan.

En el oficio de actor la edad se lleva en el corazón; el intérprete tiene que seducir al público con tu trabajo. Un buen actor es un camaleón que se pasea por las pieles de la atemporalidad, convenciendo al público, atrapándolo con pinceladas de carisma. Y eso Greisy Mena lo ha entendido muy bien.

Por: Ricardo Barbar. @Ricardobabar.

Detrás de las mil pieles

Director, técnico y actor de doblaje venezolano, Renzo Jiménez

Detrás de las mil pieles

Renzo Jiménez, director y actor de doblaje

Es reconocido en Latinoamérica por doblar a Calamardo Tentáculos, uno de los personajes principales de Bob Esponja. Y es el pionero de la enseñanza del doblaje en Venezuela

     Él entra a la habitación, mientras se quita los lentes oscuros. Los que están allí enmudecen, como si él trajese consigo el silencio. El hombre se sienta, sin mirar a nadie, y descansa los codos en sus piernas, junta las puntas de sus dedos y sobre los pulgares apoya el mentón.  Los que lo observan esperan ansiosos una palabra suya, están allí porque admiran lo que él puede hacer y porque quieren hacerlo también algún día. Todos ansían secretamente que el señor los salude, y que en algún momento les demuestre que realmente es él la persona cuya voz se escucha cuando habla el calamar azul, vecino de Bob Esponja, allá en Fondo de Bikini. Otros esperan que lo que diga sea “Soda de naranja”, como lo hacía cuando le daba su voz a Kel, un joven muy cómico de una serie de Nickelodeon.

“No me importa si les caigo bien o si les caigo mal, no vine aquí para eso… Vine a enseñar”, son las primeras palabras que pronuncia el director y actor de doblaje, Renzo Jiménez, con un tono calmado, pero haciendo especial énfasis en las tres últimas palabras. Él piensa que la enseñanza es mágica, porque puede escribir sobre el alma de las personas; pero sabe perfectamente que debe ser agresivo para lograr, que aquellas personas que quieren ser actores de doblaje, en tan solo 30 días, hablen de una manera diferente. Así comienza la clase, de un curso que viene realizándose desde hace 14 años.

No muchos saben que Venezuela es uno de los primeros países productores de doblaje. Renzo Jiménez es el pionero de la enseñanza del doblaje en Venezuela, y eso le encanta. Él sabía que en algún momento la industria del doblaje sería cada vez más demandada, pero nadie había pensado en eso, y tampoco se habían preocupado por formar a los actores de doblaje. “Me encanta ir por la senda de lo inseguro. Lo seguro ya no tiene misterio para nadie”, dice con cierta sonrisa de satisfacción. Gracias a su iniciativa los estudios de doblaje tendrían cada vez más voces nuevas, y como él mismo dice, no acabarán transformándose en una especie de élite u status quo, a la que es muy difícil ingresar. “Cuando te vas de este mundo, vas a dejar en tu área de influencia un mundo mejor que el que tú conseguiste. Hay gente que me pregunta ¿Cuándo se dobla mejor, antes o ahora? Yo digo ahora. Porque ahora son profesionales, pasan por una escuela y un filtro que hace esto sea cada vez más una industria grande, y más estratificada”. Cuando habla cuida cada una de sus palabras, pronuncia todas las “s”, y rasga las “j”.

Este individuo odia la mediocridad, la mentira, el populismo, la gente que puede prometer lo que no puede cumplir, a los que dividen el mundo en dos mitades. Los mapas que dividen al mundo en estados.

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     Sentado en un jardín y mirando al cielo, se encuentra Alberto Figueroa. Está recostado totalmente del espaldar de la silla y apoya uno de sus brazos en el de su asiento. Es una persona de apariencia tranquila, pero cuando sonríe advierte sin palabras que de un momento a otro te puede llegar a sorprender.

Cuando puede, va al gimnasio en las mañanas. Siempre almuerza o cena fuera de su casa. Después de una larga jornada de trabajo, regresa a su hogar, donde se encuentra con sus mejores amigos, los libros y las películas. Con más de 500 películas y comprando más de 10 o 20 al mes, es realmente un cinéfilo empedernido.

Habla con orgullo de su hijo de 13 años, Arturo, con el que pasa los fines de semana.  Disfruta de llevarlo al colegio, al teatro, de estar ahí siempre que él lo necesite; de enseñarle a ser responsable, el valor del trabajo, a tener sentido de la ética, el respeto, la honradez, cómo ser hombre… los valores que alguna vez le enseñaron a él y que lo han convertido en lo que es hoy.  Admira profundamente la honestidad, la nobleza y la grandeza de las personas.

Alberto Figueroa es un tipo común y corriente.

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     El reconocido actor de doblaje Renzo Jiménez y el paternal Alberto Figueroa, tienen características físicas exactamente iguales. Ambos son un poco más bajos que la estatura promedio. Tienen la piel morena, medio gitana y medio india. El cabello oscuro y alborotado, con mechones que caen sobre su frente y usan la barba con forma de candado.  Sus ojos  son almendrados y tienen nariz grande. Además, específicamente, a ambos los caracteriza un lunar bajo el ojo izquierdo, junto a la nariz, y otro un poco más grande en el lado izquierdo de la frente.

No se trata de las coincidencias de la vida, ni de que ambos sean gemelos separados al nacer, cual novela mexicana. Se trata simplemente de esa peculiar capacidad camaleónica que poseen los actores.

Renzo Jiménez y Alberto Figueroa son la misma persona.

     “Básicamente Renzo Jiménez es un señor que yo me inventé para la industria, es un nombre por el cual la gente me pueda buscar como profesor, como amigo, como compañero, como maestro, como guía. Ese señor Renzo Jiménez no existe”.  Pero es gracias a él que Alberto Figueroa puede disfrutar de los beneficios del anonimato, para ir a cualquier lugar a tomarse un café, o para ir al estadio a ver el juego de Los Leones del Caracas.

El Jiménez es por el apellido de su madre, mientras que “Renzo”, cuyo significado galo es “Príncipe”, es el nombre que su padre, Lorenzo, quería ponerle. Sin embargo, su madre decidió, influenciada por un protagonista de novela, que se llamaría Alberto José. “José se llama toda la población del mundo”, se queja Alberto.

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     “Fantasear…”, dice Alberto Figueroa con la sonrisa de quien recuerda momentos gratos, y mira hacia el cielo como si éste le mostrara, con las nubes como actores, una representación de sus recuerdos.

Lo arrullaron con tangos y creció con historias fantásticas y épicas. Cuentan sus hermanas, Josefina y Gladis en un documental, que Alberto solía andar disfrazado de pequeño. Tenía un disfraz de El Zorro que muy poco se quitaba. Él era el Zorro. Era un niño muy creativo, inquieto y ocurrente. En una ocasión le pusieron una máscara especial porque iban a operarlo de las amígdalas y se aprovechó de eso para fingir cosas. “Hacia así como si iba a darme una cosa y mi mamá creía que yo tenía un problema cerebral. Ya jugaba al actor desde pequeño”, cuenta sin poder deshacerse de la sonrisa.

Mientras iba creciendo, parecía que vivía un “¿Truco o trato?” constante. Jugaba a la ouija con sus amigos para asustar a las jovencitas. En sacos aparentemente “ensangrentados” metía cornetas con un audio que dijera “¡Auxilio, socorro, me cortaron la mano!” para asustar a las personas. Armaba trampas con fuegos artificiales que estallaban cuando la víctima abría la puerta.  También le lanzaba piedras y palos a los autos. “Me caía a golpes con todo el planeta”, dice antes de un silencio que en su mirada parecía más un flashback.

Le decían “Contrabando”, por llevar dulces escondidos en su ropa, y “Sapo negro”, pero nunca supo por qué. En su adolescencia sus travesuras se volvieron más arriesgadas e irreverentes (características que lo siguen acompañando hoy en día). “Una vez un policía me dijo “Cédula. Contra la pared”. Y yo agarré la cédula y se la tiré contra la pared”, cuenta.  Sigue teniendo problemas con la autoridad, porque no está de acuerdo con quien no ha ganado su respeto. Se ganó una cicatriz en la pierna que le recuerda que es tan arriesgado como para atreverse a entrar a una “encerrona” en España, desnudo, con un capote rojo para golpear a un toro de 680 kilos. Alberto se ríe y dice que se sigue burlando del mundo, porque el humor es signo de inteligencia.

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    Figueroa es abogado, básicamente porque siempre ha tenido un sentido muy fuerte de la justicia, porque una prueba de actitud académica le dijo que él debía ser abogado, y porque el título le sirvió para entregárselo a su madre y sentirse libre. Mientras estudiaba la carrera de Derecho, se hizo locutor. Él sabía que con su voz podría iniciar un camino interesante. Paralelamente estudió Teatro, porque le gustaba ser otro, calarse con otras pieles o vestuarios.  “Ser uno todo el tiempo es aburrido”.

Fue gracias a un anuncio en el periódico que entró en la industria del doblaje, como director y técnico. Allí se consiguió con que dirigir actores de doblaje no era igual a dirigir actores de televisión o de teatro. “A los actores de doblaje les diriges el corazón. Cuando ellos aprenden la técnica, tienen que trasmitir lo que quieres decir con lo que dicen, y no hay otra manera que a través del corazón”.

Un documental dedicado a él, llamado “Renzo Jiménez, pionero de la enseñanza del doblaje de voz en Venezuela” muestra la escena de la novela con la que debutó como actor de doblaje. En la trama había una mujer que siempre les contaba a sus amigas que algún día su enamorado iría a buscarla, y en la escena, que es además el final de la novela, llega por fin el hombre que ella tanto esperaba y le dice “Hola”. Y eso fue todo lo que dijo Renzo.

Para caracterizar a un personaje, ya sea como actor de teatro, de cine o de doblaje, Alberto Figueroa busca sentirse como el personaje. “Tengo que respirarlo. Si es un homosexual tengo que empezar a sentir amor por lo que él siente. Si es un asesino tengo que verlo desde la perspectiva desde la que él lo ve, de lo contrario permito que mi propia personalidad haga rechazo de ello, y si hace rechazo de ello, pues…  no podría. Me puedo poner perfectamente en el rol de un asesino, eso es lo que es ser actor. Ponerte mil pieles, morir mil muertes, vivir mil vidas. Eso es lo maravilloso de esto, por eso lo elegí. Vivir una experiencia no necesariamente tiene que significar que lo harás algún día, pero si la puedes vivir y hacérsela vivir a otros, esa es la magia del actor”.

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     Quien no lo conoce imaginará que es un muy costoso lapicero aquello que cuelga de su cuello. Quien no lo conoce se extrañará cuando él lleve éste objeto a su boca y cierre los ojos unos segundos, mientras lo inhala. Quien no lo conoce observa este momento con curiosidad y sobretodo aguarda, porque rituales así no deben ser interrumpidos. Entonces él abre los ojos, y observa a la nada, o algún punto imaginario que suele estar en el cielo. Solo cuando escapan de sus labios, a bocanadas, las pequeñas nubecitas de vapor atípicamente perfumado, y se pierden en el aire, quien no lo conoce comprende que se trata de un cigarro electrónico.

“Si ser exitoso significa estar satisfecho con lo que has hecho. Estar aquí y ahora mismo. Entonces sí, soy exitoso. Si ser exitoso significa tener mucho dinero, no tener libertad… entonces no soy exitoso”.

Renzo Jiménez se despide con un apretón de manos, y Alberto Figueroa con un abrazo.

Cabrera Navid

LA PERSONA DETRÁS DE LOS PERSONAJES

Héctor Manrique, actor y director teatral.

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“Monólogos de la vagina”, “Acto cultural”, “El americano ilustrado”, “Fresa y chocolate” y “El día que me quieras” son algunas de las obras en las que ha actuado o ha dirigido. Fue profesor de actuación en Venevisión y también participó en varias telenovelas. Es el director del Grupo Actoral 80, su escuela. Hoy le da vida a Edmundo Chirinos en la obra “Sangre en el diván” basada en el famoso libro de la periodista Ibéyise Pacheco.

            A las tres de la tarde es la cita para todo el personal que trabaja en el montaje “Sangre en el diván” en Centro Cultural BOD. En su camerino, sin camisa, esperando el momento en que comiencen a maquillarlo, está Héctor Manrique fumando un cigarrillo acompañado de Pedro Borgó, con quien comparte la dirección de la obra.

            Un vaso de plástico con agua hasta la mitad, en él unas cuantas colillas, y un jarrón con flores de todos colores adornan una mesa frente a cuyo espejo, en pocos momentos, se sentará para que le cambien el rostro y poder salir a escena encarnando a un psiquiatra asesino.

            Héctor Manrique nació en España en 1963, no por su propia decisión, bromea. No le quita el sueño imaginarse haber crecido en Europa y dice con firmeza que es venezolano. De Venezuela le gusta su gente y, aunque no es muy amante de los paisajes, le encanta subir a El Ávila con sus hijas, Maura (14) y Manuela (11). Extraña el país cuando pasa unos pocos días en el extranjero, pero menciona que su relación con el país es “contradictoria y tiene sus conflictos”, como toda relación de amor.

            El interés por las tablas surge, tal vez casualmente, porque su meta era el cine. Su padre, amigo y principal cómplice en esta travesía, lo llevó a conversar con Ricardo Izaguirre. Hace una pausa en el recuerdo y vuelve a la realidad para pedirle a Borgó que le recuerde llamarlo (a Izaguirre) para invitarlo a la obra, “¡Qué no se me olvide esa vaina!”.

            Sus ojos se pierden en algún punto de la pared blanca que está al fondo de la habitación, su mente vuela nuevamente mientras devora otro cigarrillo, y continúa con el relato diciendo que Izaguirre le aconsejó hablar con José Ignacio Cabrujas, quien trabajaba con el cine, y éste a su vez lo remite con un argentino, Juan Carlos Gené, con quien comenzaría un taller de teatro muy pronto. Enrique Porte sería también su profesor en esos primeros pasos.

            La simplicidad del arte de las tablas lo cautivó. Por eso para él es tan natural tener hasta cuatro obras de teatro en cartelera. No le ve nada complicado al hecho de dirigir o actuar varios personajes a la vez, pero agradece enormemente tener un gran equipo de trabajo en cada montaje. Tampoco le gusta cargar con el personaje hasta su casa, no es de esos actores que, si tienen que interpretar a un mendigo, se visten y actúan como tal dentro y fuera del teatro. Asegura que “la actuación es un juego. Los actores son muy mentirosos porque interpretamos algo falso”.

MEZCLA DE SENTIMIENTOS

            El rostro se le transforma —y no por el maquillaje—, la mirada se vuelve dura cuando habla de cosas que le molestan: la injusticia, la corrupción, la gente que engaña o manipula para conseguir lo que quiere. Los que roban mientras hay gente que no tiene qué comer. No pierde nunca la oportunidad de hablar de la situación que atraviesa el país. Con profunda molestia se pregunta “cómo es posible que vayas a un hospital y no encuentres jeringas, porque quien las tenía que comprar se robó la plata”.

            El miedo puede provocar respuestas involuntarias en el organismo: gritar, temblar, se acelera del corazón, se agita respiración e incluso disminuye del dolor. Pero hay miedos que sobrepasan lo físico, que son del alma y que no somos capaces de imaginar.

            Para Héctor su principal miedo lo produce el sólo hecho de imaginar que puede perder a sus hijas o que algo pueda pasarles.

—Hace muy poco me efectuaron tres disparos, como de aquí a la pared— señala —pensé en mis hijas.

            Montarse en un escenario después de tantas obras de teatro, actuadas y dirigidas, aún le produce temor. El día de un estreno está “de infarto”.

            Al llegar Ana Alicia Pérez, la productora del evento y además una de las maquilladoras del actor, saludó y dijo que iba a comer “rapidito porque vengo del trabajo y no me dio tiempo”. Agarró la comida y salió de la habitación diciendo “como volando”, a lo que Héctor respondió muy seco y serio “Ok, por favor”. Según él, reaccionar con esa antipatía es consecuencia del miedo que le provoca estar sobre las tablas.

            Comienza diciendo que ser feliz para él es algo especulativo: “cuando pretendes la felicidad constantemente estás a un paso de convertirte en un tonto, feliz pero tonto”. Prefiere ser útil y tratar de disfrutar la mayor cantidad de cosas posible.

            Reaparecen sus hijas: “la mejor noticia que ha recibido en la vida”. Sus ojos brillan, su voz se alegra cuando ve, en su mente, a las niñas sentadas en la mesa comiendo el desayuno que él les prepara cada mañana. Una gran sonrisa lo invadió por completo en un instante, como si estuviera reviviendo cada momento al lado de sus pequeñas.

            Pasar tiempo con ellas es lo más importante, las lleva al colegio y trata de almorzar a su lado todos los días. Recibe una llamada de Manuela y le contesta: “Hola, amada”. A modo de chiste gratificante comenta que, en cuestión de segundos, se convierte en el mejor papá del mundo cuando le compra unos nuggets.

            Cuando están de viaje le gusta caminar sin rumbo con su familia, “porque las acercas se hicieron para compartir”. En su cotidianidad lleva a sus hijas a caminar en la inmensidad del cerro El Ávila.

—Cuando eran pequeñas las llevaba engañadas diciéndoles que vendían los mejores helados del mundo. Esos de agua que te dan cuando llegas arriba para que te refresques.

            Si hay algo que no le puede dar su profesión es “el profundo goce” que le da abrazar a sus hijas.

Es de los que prefiere quedarse en casa, ver el juego de béisbol, leer un libro o simplemente hablar con sus hijas y esposa, Carolina Rincón, a quien dice deberle mucho por el gran apoyo que ha recibido desde que se conocieron. Cuando sale al extranjero puede pasar horas caminando —con su familia, por supuesto— sin rumbo fijo, porque “las aceras se hicieron para que la gente compartiera”.

            De niño se preparaba su propia comida y afirma que, tal vez por eso, no es de los que exige el plato de comida más fino, se conforma con un “bisteck vuelta y vuelta” o una pasta, aunque confesó sentir debilidad por el cocido que preparaba su madre. La comida tampoco es uno de esos placeres que le cause delirio. Puede almorzar y tomar una copa de vino aunque no le gusta mucho beber alcohol, ocasionalmente en alguna fiesta (a las que tampoco asiste con frecuencia) pero no en su casa.

DEL PASADO AL PRESENTE

            Su padre fue diputado del partido comunista, vivió nueve años “escondiéndose de Pérez Jiménez” y luego cayó preso por cinco años. El compromiso con su país por encima de sus propios proyectos, el desapego a lo material y la sencillez son algunos de los rasgos de su progenitor, que Héctor siente presentes en muchas de las cosas que hace.

            Con un poco de decepción y desencanto piensa que “si, al menos la mayoría, tuviéramos pasión por el país no tendríamos tantos problemas”. Para él la política va más allá del poder. Agrega que leyendo a Cabrujas encuentra respuestas “a lo que somos, a lo que no me gusta de lo que somos”.

            Además de haberle enseñado tantas cosas, su padre se convirtió en su amigo, una de las mejores cosas que le pudo pasar. Igual que su madre, a pesar del carácter fuerte que tenía, le ofreció su amistad.

— Pocas veces he conocido una persona tan honesta como mi madre.

            La nostalgia se apodera de él al hablar de la mujer que le dio la vida, que además era su principal admiradora, llegaba al teatro unas dos o tres horas antes.

            Hace 19 años su madre lo llamó para decirle que le había dejado un cheque para que pagara lo que necesitara de la obra que estaba montando en ese momento (El matrimonio de Bette y Boo). En 2012, cuando ella falleció, volvió a montar la pieza    y recordó que ese dinero fue utilizado para costear el vestuario y los telones que estarían en escena.

—Todavía la sigo echando de menos, sobre todo en los estrenos.

LOS AMIGOS

            Aún mantiene contacto con algunos de sus amigos de la infancia. Del medio, habla con gran cariño de Iván Tamayo, Alejo Felipe y Basilio Álvarez. “Hay un grupo al que llamamos la Brigada Vallejo”, dice Manrique  que está integrada por Leonardo Padrón, César Miguel Rondón, Alberto Barrera y que suelen reunirse cada tres semanas más o menos para almorzar, hablar del país, de lo que les angustia, del arte. El día que se ven pasan toda la tarde compartiendo, “les gusta conversar”.

            Sin embargo, lamenta no poder vivir hoy como vivía hace veinte años. “Nos veíamos en los cafés, nos sentábamos y tu terminabas la función y te ibas a compartir con los amigos”, dice con mucha nostalgia.

DIOS…

            Con cierto aire de decepción y tristeza hace referencia a ciertas situaciones que están ocurriendo, no sólo en el país sino en el mundo. El tema de los estudiantes desaparecidos en México, por ejemplo. Recuerda también a una señora que fue asesinada junto a su esposo, que era dueña de un kiosco frente a Venevisión al que acudía con frecuencia. “Ahí es donde yo me pregunto: ¿Dónde está Dios?”.

            Un hombre para nada individualista, solidario con sus semejantes, preocupado por los que conoce y los que no también. Es de los que piensa que “uno no puede vivir la vida pensando que está solo, si a ti no te conmueve, si a ti no te duele la tragedia de los demás no puedes ser religioso”.

            Si algo lo caracteriza es la solidaridad que tiene para con los demás, los conozca o no. A veces el sentimiento de culpa, sin razón, puede llegar a invadirlo al punto de llegar a pensar que es “obsceno o irresponsable” ser feliz mientras hay tanta gente que sufre.

Hacer reír es su vicio

Alejandro Otero, Comunicadora Social de la Universidad Monteávila con maestría en Relaciones Internacionales pero que vive cien por ciento del humor.

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El periodismo y el humor es marca de su familia. Inició su carrera periodística en el Nacional. Formó parte del programa de Globovisión “Aló Ciudadano” pero siempre tuvo una inquietud artística y creativa que explotó con el Stand Up Comedy.

La decisión de dedicarse a la comedia, carrera tan poco convencional, luego de haber trabajado como periodista tuvo el apoyo de su familia. ¿La razón? su núcleo familiar. El teatro y la cultura artística siempre han dicho presente. Hija de Miguel Henrique Otero, Director del Nacional y nieta de Miguel Otero Silva quien fue un gran escritor, poeta, periodista y político venezolano definieron esa pasión de Alejandra Otero por el periodismo y el arte que expresa a través del humor.

Estudió Comunicación Social en la Universidad Monteávila, posteriormente hizo una maestría en Nueva York de Relaciones Internacionales mención: Medios de Comunicación. Como tesis preparó un documental  del sistema de orquestas en el INOF (Instituto Nacional de Orientación Femenina). Sin embargo, Alejandra mantenía una inquietud. “Paralelo a todo esto sufro una crisis existencial por hacer algo artístico con mi vida”.

            Humor en serio

“Cuando estaba en Nueva York mis amigos siempre me habían dicho que debía hacer Stand Up”. Alejandra Otero comentó que para ella era natural imitar a su familia y hacer sus voces. Nunca había pensado en el humor como forma de vida pero empezó a coquetear con la idea de tomarse en serio la comedia.

Regresa a Venezuela sólo por un tiempo. Un día  decide ir a “El molino”, un local de Caracas, ubicado en Sabana Grande, en el que se presentan a hacer monólogos de humor. Fue con unos amigos y su padre. Alejandra tenía una falda de jean y unos tacones que destacaban su feminidad. Su padre es de esas personas que solo toma whisky. Entre el bullicio del lugar y las risas de un momento a otro escuchó que el animador la anunciaba como la próxima en subir a la tarima para hacer Stand Up.

–¡Tómate este trago! -dijo sonriente el padre a la hija.

–Bueno, ok -Agarró el trago y sus labios probaron por primera vez el whisky.

Se puso de pie, subió tres escalones y ya estaba en tarima con un micrófono en la mano. Su corazón latía muy rápido pero de manera inesperada se dio cuenta que las carcajadas del público eran reales.

“Me monté sin saber qué era lo que estaba haciendo. Pero resulta que funcionó” dijo Alejandra Otero cuando recordó su primera experiencia haciendo Stand Up.

Carlos Sicilia, comediante venezolano, le dijo: “¡Tú tienes que dedicarte a esta vaina!”, sorprendido por su talento.

Cuando finalmente se muda a Venezuela regresa con el proyecto de un monólogo teatral que se llamó “En blanco” que lo dirigió y escribió Ignacio Castillo. Paralelo a esto hizo un taller de Stand Up y poco a poco se empapó del mundo de la comedia. Se presentó varias veces con su show. Progresivamente formó parte de “Improvisto”, espectáculo venezolano en el cual la improvisación y el humor es la raíz de los actores. Trabajó con Emilio Lovera en el programa televisivo de Televen “Misión Emilio”. Actualmente publica artículos para la página web de Erika de la Vega “Erika tipo Web” y participa en el programa “Celebrity Rooms” del canal internacional E! Entertainment.

             El peso del apellido Otero

            “Me siento privilegiada porque sin el apoyo de ellos no hubiese podido hacer tantas locuras”, explicó Alejandra Otero al hablar de su familia. La mayoría podría pensar que por ser hija de Miguel Henrique Otero tendría que dedicarse sin opciones a hacer periodismo y trabajar en el periódico “El Nacional”.

“Yo nací con el principio: has lo que te haga feliz” dijo luciendo una gran sonrisa.  Alejandra afirma que no todos corren con la misma suerte y se siente muy afortunada por eso.

Para ella significó un peso extra tener la familia que tiene porque todo el mundo conocía quién es su papá y quién era su abuelo. Esto le generó una presión adicional en la universidad.

–Es duro porque uno tiene fantasmas que te dicen­: “Todo lo que tienes es por tu familia”. No vayas a creer que yo oigo voces -comentó con una carcajada.

La vida le enseñó que eso no era cierto. “Se puede nacer con ciertas oportunidades pero depende de ti aprovecharlas y hacerlo bien” dijo Alejandra.

“También pude ser una mediocre pero me esforcé para no serlo. Trabajé el triple. Eso es algo que me enseñó mi familia que ha sido entregada al país” comentó Otero.

            El humor es mi salvación

            Si de algo está segura Alejandra es que nunca dejará de hacer humor. “Yo logro vivir en este país gracias al humor, de lo contrario, estaría en una depresión total o fuera del país”.

Aclara que todo lo que le pasa en el país y ve a su alrededor lo convierte en comedia. “Por ejemplo, para la página web de Erika de la Vega publiqué un artículo que se llamó: Recomendaciones para no tener tufo” dijo con una carcajada y señalando su axila.

El humor para Alejandra es una manera de drenar y además regalar a los demás un momento positivo entre tanta angustia y locura. Para ella es una herramienta comunicativa muy poderosa. “Lo que siento con mi trabajo al hacer reír a otras personas es una sensación que no se compara con otra.”

            ¿Un vicio? El trabajo

            –No me gusta fumar cigarro… ¿cigarro? ¡Mírame a mí!

–¡Mira como aclara vale! –dijo Ron Chávez. Amigo de Alejandra y actor de Improvisto.

Para Alejandra su vicio es el trabajo. Le cuesta mucho desligarse sobre todo porque trabaja por su cuenta. “Si hay algo que caracteriza a Alejandra es ser una persona muy trabajadora” dijo Ron Chávez.

Una noche Alejandra iba a ver una película con su esposo César Oropeza. Estaban juntos en la cama. César se paró a colocar la película mientras su esposa contestaba un correo electrónico por su teléfono inteligente. El esposo le dice: “Mi amor, deja el celular por un momento”. Ella le responde: “Ya voy, ya voy, es que necesito confirmar que mañana voy a una obra de teatro”

Alejandra por un momento dejó el teléfono pero su mirada no se despegaba del celular. Su mente no estaba en la película sino en la presentación del día siguiente. “Es una persona muy ansiosa y eso le puede jugar en contra” afirmó su esposo Oropeza.

             La vida en pareja

“Hemos trabajado para adaptarnos y establecer unos códigos funcionales de manera de estar trabajando y  no distraernos” explica Alejandra. César sabe que cuando su esposa tiene los audífonos y está en la computadora es porque no puede interrumpirla en ese momento.

Cada uno tiene su rutina. En la mañana Alejandra hace Pilates y César va al parque con su mejor amigo. “A mí me da fastidio ir al parque y a él hacer Pilates”. La comediante define su vida en pareja como no convencional. Asegura que han logrado adaptar sus horarios para compartir sin que eso interfiera en su trabajo.

“Yo trabajo todos los fines de semana, punto” dijo con una sonrisa Alejandra y reafirmándolo con un golpe leve en la mesa. Otero explica que César viene también de un mundo artístico y la entiende.

            Posición política pública

            Un principio básico en la vida de Alejandra Otero es la libertad de expresión. Para ella no existe que algunos artistas declaren que por su trabajo no deben hablar de política. “Antes que artista eres ciudadano y en la situación actual no puedes callarte”. Afirma que siempre se ha dirigido con respeto y ciertos límites. Además, aclara que habla responsablemente porque en un país donde las leyes no se cumplen puede ocurrir cualquier cosa.

El pasado mes de Julio fue citada por el Sebin “Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional” en relación a una investigación de un presunto plan desestabilizador que involucraba el magnicidio del Presidente de la República Nicolás Maduro.

“Me tomé el asunto con humor. Publiqué en mi cuenta Twitter que el lunes iba a probar unos chistes en el Sebin”. No negó que le causó un poco de temor Aunque su familia y esposo estaban en pánico por lo que pudiera pasar, simplemente fue un interrogatorio largo y fastidioso. “Yo salí y mi madre lloraba como si tuviese meses presa o más”

Alejandra terminó haciendo una crónica de humor de esa mala experiencia con la intención de hacer catarsis y además ridiculizar al Sebin por interrogar a la comediante más “come flor”. “Yo soy muy pública en todo lo que hago y no estoy en ningún plan conspirador de matar a nadie”. La come flor, como ella se define,  viene de una familia muy frontal y siempre busca ser consecuente con ello.

María Daniela Lacruz Vera

Los Fedosy que ya no existen

Fedosy Santaella, escritor y profesor universitario

El narrador de Puerto Cabello ha recorrido un largo camino hasta ser el que es ahora. Esos personajes y situaciones que lo moldearon van desde sus padres hasta sus hijos. Ahora que tiene camino recorrido, Fedosy habla del pasado y del futuro.

Víctor Reinosa | @VctorReinosa @SociedadCalamar

—¿Fedosy Santaella? ¿Tú lo conoces? Ese una vez pasó por acá. Sí, sí, yo me acuerdo. Fue hace unos años. Vino, me gritó que los libros tenían que ser gratis y se fue… Y me robó un libro. Yo me acuerdo. Y ahora es un escritor.

Eso cuenta un librero de Bellas Artes cuando escucha el nombre de Fedosy Santaella. Cuando él escucha eso, Fedosy, se echa a reír. Deja su hamburguesa y se dobla en medio de una carcajada.

—Yo no me acuerdo de eso.

De este tipo de anécdotas está lleno Fedosy. Capricorniano de 44 años, nacido en Puerto Cabello, mitad ucraniano mitad venezolano y padre de dos hijos. Todos esos elementos son ladrillos que construyeron al Fedosy de hoy, uno de los escritores más reconocidos de Venezuela en estos años. Dicho por él mismo, para ser el que es ahora, fue muchos Fedosys antes.

La Piedra Angular

—¿Qué me hizo escritor? Creo que lo que me influyó a ser escritor fue la lectura, el mar, los castillos. —Dice Fedosy mientras sumerge sus papas fritas en salsa de tomate.

Antes de empezar a escribir, Santaella empezó leyendo. Adquirió ese gusto por su padre.

—Mi papá no era un culto, ni siquiera terminó la primaria, pero toda la vida fue un gran lector. En mi casa había una biblioteca y veía a mi papá leyendo. Los libros no eran de decoración, la mayoría eran best seller. Stephen King, Irving Wallace.  Hay algo allí que no se explicar. Hubo un salto en algún momento entre ser lector y ser escritor que no se explicar. A lo mejor uno nace con eso, qué sé yo.

Pero también hay algo de su madre. La familia materna de Fedosy es ucraniana y viene con una carga grande en historias de allá. De la guerra, de Ucrania, del campo, del abuelo, de la tía. Todos esos fueron pequeños ladrillos que hicieron al Fedosy escritor.

—Mi mamá es una mujer muy preocupada por sus hijos, con una obsesión por la limpieza grandísima —dice el escritor—. Tengo un hermano menor, Víctor, que es diseñador gráfico. Nos queremos mucho. Básicamente mi relación con él fue después de la muerte de mi padre. Yo me vine muy joven a Caracas, a los 17 años. En cierto modo, yo era hijo único en Caracas y él era hijo único en Puerto Cabello. Nos veíamos siempre, pero nunca habíamos hablado a profundidad. Luego de la muerte de mi padre nos conocimos más y se afianzó una gran amistad.

Un elemento que marcó al escritor fue el mar. Aunque Fedosy tiene años viviendo en Caracas, una ciudad encerrada dentro de un sándwich de montañas, sus raíces vienen de Puerto Cabello.

—En Puerto Cabello está el mar, hay una zona colonial con castillos. Un poco de eso, de ver esas calles, de estar por la casa Guipuzcoana, de ver el castillo Libertador, el Fortín Solano, y ese contacto con el mar, te hace pensar que siempre hay otras cosas más allá de las que uno ve. El mar que siempre te marca otra frontera, te dice que hay otro sitio. Un sitio lleno de historias que uno quiere conocer.

Pero ese Puerto Cabello ya no existe. “Se ha vuelto un lugar desgraciado, y ese no es el Puerto Cabello que yo conocí”. El escritor dice extrañar al viejo Puerto Cabello, uno más inocente, más sano, más limpio, no tan feo ni tan lanzado al abandono.

El que fue, el que es, el que puede ser

Santaella es Licenciado en Letras de la Universidad Central de Venezuela. No tuvo “vida universitaria” como tal, él era de los que estudiaban y trabajaban y sus memorias de la UCV están hechas por retazos.

—Me acuerdo del pasillo de los libros, me acuerdo de la gente loca que estudiaba allí, que era muy divertida. De mis profesores maravillosos. Un gran recuerdo hacia Eleazar León que fue mi tutor. Me acuerdo de las muchachas que estudiaban conmigo, de las novias que tuve allí.

Entre sus profesores estuvieron Adriano González León, Rafael Cadenas, Jaime López Sanz. Sin embargo, algo que representa muy bien a Fedosy (y a sus textos) son los personajes y situaciones locas que tuvo en su juventud.

Tuvo un compañero que se creía extraterrestre y personas extrañas que lo acosaban en clases. Historias de borracheras e insólitas anécdotas es uno de los muchos estilos de Santaella al narrar. —El profe me dijo una vez que consiguiera amigos locos para que me echaran sus cuentos. Que los invitara a comer siempre que pudiera, sin importa si tenía que pagar yo —dice uno de sus alumnos.

En el 2013, Santaella ganó el premio de cuentos de El Nacional. “Taxidermia”, el texto con el ganó, es una anécdota de un amigo mezclada con otras. En los últimos años, Fedosy ha tenido un éxito impresionante. Quedó dentro de los diez finalistas en el concurso del Herralde y será publicado en España con la novela con la que participó en el Herralde y con su libro de cuentos “Piedras Lunares” en una reedición. Él dice que “no se cree una gran cosota”.

—Siento cada vez una mayor responsabilidad por hacer un mejor trabajo. Esa responsabilidad hace que busque sacar mis trabajos afuera, salir del país y dar a conocer que la literatura venezolana es buena.

En el futuro Fedosy se ve “en un lugar mejor, haciendo cosas mejores”. Si Venezuela no se convierte en ese lugar mejor será otro país. —El país está muy mal. Cada vez está peor. No lo queda a uno más remedio que pensar en irse. Si me iré o no, no se decirte, pero es una posibilidad.

Profesor y Padre

Son las dos de la tarde en la UCAB. Frente al salón EC21 del edificio bicentenario están reunidos un grupo de alumnos de comunicación social.

—¿Habrá corregido?

—Él corrige así —una chica rubia chasquea los dedos—, tú entras y ves si tiene mala cara.

—Ay, no sé, me da miedo.

—¿Por qué te da miedo si él es un panda?

El grupo se ríe y termina entrando al salón. Fedosy está sentado, con un bolígrafo en la mano y una pila de papeles frente su nariz. Los estudiantes, casi todas mujeres, lo rodean como zamuros a un cadáver. Él lee con cuidado y frunce el ceño. Toma el bolígrafo, escribe la nota y dice: “¿Elizabeth?”. Una chica gordita se levanta y ve su nota. Su cara no deja adivinar que tan bien le va.

Fedosy da clases de semiótica y también es profesor de escritura creativa. Antes de la docencia se había dedicado a ser director creativo en televisión. “Trabajé en televisión porque era una vía para ganar dinero escribiendo”, pero luego de 17 años se sintió saturado, que había agotado ese mundo.

—Llegué a la docencia de manera natural. Es una de las barajitas que complementan la vida profesional de un escritor. O trabajas en editoriales leyendo libros o dando clases en la universidad. Me apasionada dar clases, me gusta mucho. Creo que con eso hago algo para el país. Tocar el alma de esos muchachos que serán futuros profesionales.

En medio de la corrección de los exámenes recibe una llamada. Ve quién es y se apura en atender.

—¿Qué pasó? ¿Tu mamá no ha llegado? ¿Te mojaste? Espera allí, deja la llamo. Si ves algún vecino pide que te den la cola y esperas allá a tu mamá. Dale, tranquilo.

Apenas tranca empieza a marcar a su mujer. Afuera del salón está una Caracas mojada. Llueve y suenan truenos. Fedosy se olvida de los exámenes por completo hasta que recibe otra llamada de su hijo. Todo parece en orden y su cabeza regresa al salón, a los papeles y los estudiantes.

Hay quien dice que ser padre es como ser profesor, pero con más amor de por medio. Otros dicen que es una simbiosis. El hijo aprende del padre, pero el padre también aprende del hijo.

—Cuando recoges a tu hijo un viernes en la noche que se quedó dormido en el sofá y lo guías por el pasillo a su cuarto, te das cuenta que ya no tienes 20 ni 30. Eso es muy difícil aceptarlo. No es que yo piense que tenga 20 o 30 pero hay una parte de uno que todavía sigue allí. Llevar a tu niño y darte cuenta que tienes 40 años te cambia la visión del mundo.

Para y sonríe.

—Ahora tengo una bebé de un año y me doy cuenta de que el amor existe. Eso es puro beso, puro amor.

02/11/2014

Las Tetas Heladas viajan en bicicleta

Yasser Ledezma, Tetero y ciclista

Emprendedor y ucevista. Apuesta por una Caracas distinta que utilice a la bicicleta como medio de transporte y forma de vida.

Víctor Reinosa | @VctorReinosa @SociedadCalamar

De lunes a viernes, Yasser prepara su bicicleta para el trabajo. En ella tiene amarrada una cava donde almacena su mercancía. En la cava tiene una cartulina fluorescente que dice “Tetas Heladas” y una caricatura de ellas. Cerca del mediodía, sale de la Av. Victoria en dirección a la Minerva. Se dirige, junto con Patricia, su socia, hacia la UCV.

Quien conoce la UCV sabe que a las 12 todas las facultades son como un hormiguero rebosante de actividad. Los estudiantes entran y salen en busca de comida. Estos se sientan en cualquier parte (pasillos, escaleras, vestíbulos, jardines, etc.) para comer y hablar con sus amigos. Es un ritual fijo como un reloj. Pero Yasser y sus tetas ha logrado cambiarlo.

Por lo general, su recorrido es: Administración, Trabajo Social, Antropologia, Comunicación Social, FACES, Derecho, Arquitectura. Cuando lo ven llegar, alguien grita:

—¡Llegaron las tetas!
Y los estudiantes dejan sus comidas o interrumpen sus conversaciones para acercársele y preguntar:
—¿De qué tienes?
—Hoy tengo de lechoza, galleta María, arroz con leche, mango con coco, fresa, uva con leche…

Yasser Ledezma, junto con Patricia Jiménez, son los fundadores de Las Tetas Heladas, una microempresa que recorre la UCV en bicicleta vendiendo helados o tetas: helados caseros empacados en bolsas plásticas.

En Latinoamérica es común la existencia de este tipo de helados. Se hacen de forma artesanal en pueblos o barriadas y se venden en casas para colaborar con la economía doméstica. No hay una fecha concreta de su aparición, ni un autor intelectual del concepto. Es fruto de la ingeniosidad y la invención de los frezers. En Colombia se les llaman bolis; en Panamá, duros; en Perú, marcianos; en Chile, cubos. En Venezuela se les llama chupis (a los industriales con forma de tubo) y a los caseros, tetas, por la forma que adoptan. Las tetas suelen ser jugo de frutas congelados, refrescos diluidos o helados de chocolate y vainilla.

Las Tetas Heladas se esfuerzan por ser diferentes. Además de los sabores comunes, suelen tener otros más experimentales. Tetas de zanahoria con naranja, de coco con mango, de daiquirí de mango, de piña colada, de arroz con leche, etc. Si se licua y se congela, sirve.

# Un nuevo mito de la UCV #

La Universidad Central de Venezuela es Patrimonio de la Humanidad y es santuario de una variedad de personajes locos o misteriosos. Un hombre que tiene tres perros tras de si todo el tiempo, otro que usa un sombrero de vaquero y lee las cartas, por nombrar algunos. Todos ellos han sido mitificados por los estudiantes. Yasser tiene desde el 2013 recorriendo la universidad y ya tiene el honor de ser uno de ellos. Lo que caracteriza a estos personajes es el desconocimiento que se tiene sobre ellos. Si se le pregunta a cualquiera responde: “¿Los Teteros? Ellos son unos hippies”.

—Yo también soy egresado de la Universidad Central de Venezuela —cuenta—. Cursé Estudios Internacionales y ejercí la carrera. La última institución en la que trabajé fue el Ministerio de Turismo, estaba en la parte de promoción de Venezuela a nivel internacional, en diferentes ferias, eventos.

Un grupo de estudiantes y lo interrumpen. Él y Patricia los atienden con amabilidad y con rapidez. Muestra sus productos y recomienda sus favoritos: “Tamarindo y fresa a 30. Tengo una de lechoza a 25. Los lácteos los tiene Patricia. Hay uno de uva con leche buenísimo”. Recibe los billetes, da otros de vuelto.

—Me había desgastado un poco de la institucionalidad y deseé hacer algo independiente, a pesar de que saliera un poco de lo que es mi área académica. Mi propio emprendimiento.

Yasser y Patricia terminan de atender en Comunicación y ruedan hacía las canchas cercanas. Allí hay chicos jugando futbol y todo lo que eso representa: sudor, pérdida de líquidos, sed, calor. Al verlos, una multitud se les acerca. Es un negocio rentable —dice Yasser—. Tanto, que vive de él. Al principio les costó un poco, mientras que la gente los conocía y por los efectos del paro estudiantil, “ahora nos podemos quedar quietos y la gente viene”.

—Comencé haciendo comidas, almuerzos, y los transportaba en bicicleta, al principio. Pero por circunstancias del país, se me hizo complicado comprar varios de los productos que utilizaba para los almuerzos y decido hacer un cambio. Una amiga me hace referencia a estos helados artesanales, las tetas, que porqué no los hacíamos juntos, también transportados en bicicleta.

Caracas tiene la irritable tendencia a los cambios bruscos de clima. Puede caer una gran lluvia y de repente salir el sol. O pasar del frio extremo al calor. Y cuando hace calor en la ciudad, lo hace en serio. Yasser reconocer haber notado este factor en la elección de su producto.

—Al principio, comencé a vender dentro de la movida ciclista —cuenta—. Empiezo a tener contacto con los distintos grupos de ciclismo urbano que se estaban dando en Caracas. Siendo egresado y vecino de la UCV, se nos ocurrió extender el negocio dentro de ella.

# No solo tetas, también bicicletas #

No habría Tetas Heladas si no hubiese bicicleta. Yasser pretende que su negocio sea un ejemplo de emprendimiento y de la bicicleta como forma de vida. No un deporte ni un hobbie, una forma de vida. Como la mayoría, su primer contacto con la bicicleta fue de niño, a los cinco o seis años.

—Tuve la oportunidad de vivir en un lugar donde podía utilizar la bicicleta —dice con una sonrisa leve—. Salía con mis amigos por la urbanización. Ya por los 16 comencé con los estudios y me despegué de la bicicleta.

Yasser tiene 36 años y hace dos se reencontró con la bicicleta.

—Fue por un amigo que me encontré en Altamira. Él ya estaba en la movida ciclista y me hizo el comentario sobre la Masa Crítica. Yo me emocioné, me compré la bicicleta y empecé a utilizarla como medio de transporte.

La Masa Crítica es una actividad que se está realizado en varios países con el fin de hacer notar a la bicicleta como un medio de transporte. Un buen número de ciclistas se reúnen y recorren la ciudad. En Venezuela, este tipo de actividades es bastante reciente, de unos tres años para acá.

—Gracias a mi trabajo estuve en muchas ciudades: Buenos Aires, Madrid, París, China, Estambul. Y en todas las ciudades que acabo de nombrar hay sistema de ciclismo y de bicicletas prestadas públicas.

Yasser cree que no es fácil cambiar la ciudad. Sin embargo, opina que las nuevas ciclovías que se inauguraron son un gran avance.

—Hace algunos años, unos siete u ocho, yo pasaba por la universidad y no había ninguna bicicleta. Ahora en todas las facultades hay dos o tres.

Es innegable su gusto por la bicicleta. Cuando habla sobre ellas algo se llena en su pecho y cuando la maneja, recuerda a E.T. mientras vuela.

—La bicicleta es una herramienta para el ciudadano y para el turista. Conociendo esto quiero que en Caracas y en Venezuela se fortalezca esto. Nos daría muchas facilidades, resolvería varios problemas de la ciudad y del estrés del ciudadano. Todo sería más vivible y mucho más humano. Porque la bicicleta tiene eso.

Un último chico les pregunta que tienen. Ellos le contestan y él dice que no, que gracias. Ya con todos en la cancha satisfechos, con sus tetas en mano, ellos se despiden con un gesto y suben a sus bicicletas. Alcanzan velocidad y toman una curva que los oculta de la vista. En otro edificio aguarda alguien para verlos y gritar:

—¡Llegaron las tetas!

Parece fácil, desplazarse con rapidez y sentir el viento en la cara. Es una buena vida eso de repartir helados con forma de tetas.

19/10/2014

El margariteño que cautivó a Obama

Eddy Marcano, violinista y director de orquestas venezolano.

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Una pasión por la música que nacida en la infancia y el trabajo constante lo han hecho merecedor del título de Maestro. Sin dejar a un lado sus orígenes humildes, Eddy Marcano ha llevado su talento a los grandes escenarios del mundo.

Por Valerie Araujo S.

Eddy Gabriel Marcano Rondón, mejor conocido como el maestro Eddy Marcano, título que representa el respeto que sus colegas, alumnos y admiradores le demuestran. Para él, ser llamado Maestro es sinónimo de que debe seguir formándose para mejorar cada día y así poder llevar el peso de esas siete letras. Marcano es unos de los más reconocidos violinistas y directores de Venezuela. Cuenta con una trayectoria de más de 30 años, a lo largo de la cual ha dado conciertos como solista y acompañando a artistas nacionales e internacionales de la talla de Alfredo Naranjo, María Teresa Chacín y el querido Tío Simón. Lugares como el Teresa Carreño, el Carnegie Hall, y el Americas Society de Nueva York han servido de escenario para el violinista venezolano. También, fue nombrado comisionado de la OEA y la UNESCO para la creación de orquestas juveniles e infantiles en Latinoamérica.

Para su maestro y mentor José Antonio Abreu, quien es el fundador del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Pre-Infantiles de Venezuela y fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Eddy Marcano “constituye una de las más destacadas figuras de la nueva generación musical de nuestro país…aunado, a su excepcional condición humana, alto sentido de la profesionalidad y autentica vocación artística, le consagra como uno de los máximos y más visionarios líderes del proceso musical latinoamericano”.

***

Una gran foto de Gustavo Dudamel, el arte cinético de Jesús Soto y un colorido piso de Cruz Diez, dan la bienvenida a quién entra al Centro de Acción Social por la Música, ubicado en Caracas. Allí, en el salón de ensayos número 30, está Eddy Marcano. Haciendo honor a su título de Maestro, da clases a un joven. Vestido con de chemise gris, pantalón de jean y zapatos de goma, observa a su alumno tocar el violín. Al terminar la clase, Marcano se sienta en una silla. A su lado reposa su violín dentro de un estuche, el cual está abierto y deja ver una foto; una estampa de una familia feliz. Las sonrisas de Eddy, su esposa María y sus hijos Victoria y Sebastián, quedaron inmortalizadas en lo que parece ser un “usie” o “selfie grupal”.  En el silencio del salón y en la comodidad de su silla, el violinista empezó a unir los recuerdos de su infancia como si se tratara de un rompecabezas.

Eddy Marcano nació en Cábimas (Zulia) de donde tuvo que emigrar cuando a su padre le ofrecieron un empleo como profesor de inglés en la Isla de Margarita. Apenas tenía 5 años de edad. La capital insular, La Asunción, lo recibiría como a un hijo más, viéndolo dar los primeros pasos y traspiés en lo que sería su valiosa carrera musical. Marcano todavía recuerda los momentos que vivió con sus hermanos Carmelo y Silvia en su casa en Santa Isabel.

─ Un pueblo maravilloso, realmente tranquilo. Me iba caminando a la escuela y hasta era monaguillo en la Catedral. Era otra Margarita, eran otros tiempos –dice con nostalgia, dirigiendo la mirada al techo y aclarando su garganta.

En su casa la música era el pan de cada; su padre y su hermano cantaban y tocaban el cuatro. De allí nació su pasión por la música. Él y su hermano Carmelo se hacían llamar “El duo Marcano”.

─  Esa fue mi primera agrupación. Dos cuatros; él punteaba y yo lo acompañaba. Todavía tocamos cuando nos encontramos.

Su hermano fue el primero que lo llevó a clases de música, cuando por las tardes el Liceo Luisa Cáceres de Arismendi cambiaba los cuadernos y lápices por instrumentos, convirtiéndose en el Conservatorio Claudio Fermín. Allí tocó por primera vez el violín. Recuerda que el mismo día que tocó sus primeras notas con el instrumento, pasó toda la noche haciendo experimentos musicales con su hermano.

Su compañera en de clases de música Celina Araujo, quien tocaba el violonchelo, cuenta que era un joven aplicado que se destaca sobre los demás por su talento y bondad. Narra que un día antes de dar un concierto en la residencia del Gobernador a ella se le dañó el instrumento. Eddy, con ayuda de su profesor, reparó el violonchelo para que su amiga pudiera tocar en el evento.

Al llegar a casa, relata el violinista, instalaba en su habitación el equipo para escuchar sus discos de acetato.

─ Escuchaba a Ana Sofia Mutter dirigida por Karajan e interpretando a Max Bruch. Imaginaba que era yo el que tocaba como solista o el que dirigía la orquesta. Cuando dejaba de sonar el disco, volvía a la realidad, a mi orquestica de la escuela–confiesa mientras un brillo espacial invade sus ojos.

Con esa pieza, en 1997, haría su debut en Caracas con el maestro Inocente Carreño.

***

A los 17 años llegó a Caracas donde se volvió violinista de profesión. Su paso por la capital no fue fácil. El alto costo de la vida y dificultades para conseguir un lugar donde vivir fueron algunas de los retos que tuvo que enfrentar Eddy Marcano. Sin embargo, señala que siempre contó con el apoyo de sus familiares, amigos y, en especial, del maestro Abreu, quién no permitía que los jóvenes que formaban parte del sistema de orquestas abandonaran sus sueños.

Hoy en día Eddy Marcano se ha convertido en uno de los primero violinistas de Venezuela. Cuenta con regocijo que ha dirigido grandes orquestas en una multitud de países. Al ser nombra comisionado de la OEA y la UNESCO para la creación de orquestas juveniles e infantiles en Latinoamérica, tuvo la oportunidad de toca para el presidente Barack Obama en su primera visita a Puerto Rico en 2011. Habían pasados 50 años de la  visita de John F. Kennedy, el último presidente estadounidense en visitar la isla.

OBAMA DISFRUTANDO EL CONCIERTO. 2

El evento se dio en el patio interior de La Fortaleza, una edificación azul celeste que sirve de residencia para el gobernante del país caribeño. Allí unos 50 jóvenes pertenecientes al programa de orquestas “Música 100×35” del Conservatorio de Música de Puerto Rico, del cual era director académico el margariteño, sorprendieron a Obama al interpretar “En mi viejo San Juan”. Los jóvenes músicos vestían camisas rojas, verdes y anaranjadas con un dibujo del rostro de Barack Obama estampado. Finalizada la actuación, el presidente Obama rompió el protocolo y las medidas de seguridad y, entre flashes de cámaras, saludó y felicitó a Eddy Marcano y a los jóvenes talentos.

─ Yo no esperaba que el presidente de los Estados Unidos me felicitara, eso no estaba en el protocolo. En el momento en que me bajé del podio y el presidente se acercó a mí, todas las cámaras del mundo se dirigieron a nosotros. Yo no sabía qué hacer, fue todo muy abrumador y emocionante – cuenta entre risas.

PRESIDENTE OBAMA SALUDA A EDDY MARCANO. 1

Marcano admite que cada vez que está delante de una orquesta, ya sea en Puerto Rico, República Dominica, Uruguay, Estados Unidos… o en su natal Venezuela, le es casi imposible no evocar las ilusiones que de niño tenía al escuchar sus discos de acetato.

***

Sus confesiones se vieron interrumpidas. Ha llegado la hora de seguir su labor como docente. Para él es un honor enseñar a los que denomina los “lingotes de oro de Venezuela”. Durante mucho tiempo fue profesor en el Colegio Emil Friedman y actualmente es profesor en el Centro de Acción Social por la Música y en el Conservatorio Simón Bolívar, donde también tiene el cargo de director artístico. Debido a su experiencia y trayectoria, jóvenes de todas partes de Venezuela realizan audiciones con el fin de tener el privilegio de recibir las enseñanzas y consejos del maestro Eddy Marcano. Este fue el caso de Aurelio Coppola, quien viajó desde la Isla de Margarita hasta Caracas solo para realizar su audición. Marcano recibió con entusiasmo a su paisano. El joven sacó su violín y empezó a tocar, mientras observa las partituras que antes había puesto sobre un atril. Eddy lo observaba inmóvil, formando con sus brazos un ángulo recto y su mano izquierda sosteniendo su mentón.

─Tienes deficiencias en el sonido. Debes trabajar la afinación. No hubo ni una nota afinada –dice evaluando el trabajo de Aurelio-. El oído hay que entrenarlo. Lo que tú hagas lo tienes que hacer bien y estoy totalmente seguro de que  puedes hacerlo.

El joven lo escucha atentamente, parado en el medio del salón y con la expresión de quién escucha a un sabio. El maestro tomó una  hoja y un lápiz y escribió los libros y las asignaciones que Aurelio se llevaría ese mismo día a su hogar en la isla. Mientras el chico recoge sus cosas, Marcano sale del salón.

─ ¿Qué es para ti recibir clases de Eddy Marcano?

─ En la isla la música está algo abandonada y no hay muchos maestros. Qué un margariteño como Eddy haya triunfado, me anima a seguir su legado.

Coppola abandona el salón y entra una muchacha; su nombre es Ileana González y viene de Barquisimeto. Ella tiene más experiencia que Aurelio y toca para la Orquesta Sinfónica Juvenil Teresa Carreño. La melodía de su interpretación delata su experiencia. El maestro la observa con mirada fija manteniendo la postura que tenia al escuchar al alumno anterior. Sin embargo, algo hace que se inquiete. La chica se da cuenta que está haciendo algo mal y repite la nota, la vuelve a hacer mal, la repite e insiste unas dos veces más sin lograr corregir su error.

─Relaja la mano para la octava. La mano debe ser como un algodón –aconseja el maestro.

Ella lo vuelve a intentar sin resultados, entonces Eddy se para y toma la mano de la joven y le muestra donde ubicarla. Ileana vuelve a tocar.

─Me gusta –admite Marcano mientras la barquisimetena le responde con una sonrisa de satisfacción.

Uno tras otro salen estudiantes del salón de ensayo número 30. A Samuel Romero le toca cerrar la jornada del día de hoy.

─ ¿Me trajiste las 24 escalas?- pregunta e inmediatamente el joven asiente- ¡Adelante!

Samuel pone su libro de partituras sobre el atril ubicado en el centro del salón. El chico empieza a toca y Eddy lo observa con su postura típica: inmóvil, formando con sus brazos un ángulo recto y su mano izquierda sosteniendo su mentón.

─ ¿No te las aprendiste de memoria? Debes seguirlas una tras otra.

─Si me las aprendí –responde Romero y sigue tocando

El joven, sin levantar el rostro para mirar a su maestro, continúa con su demostración.

─No, papá, eso no me gusta. Se ve que el trabajo de las escalas no ha sido profundo. ¡No es tocar una escala por tocarla!- explica llamando la atención de su alumno.

Samuel lo mira cabizbajo sosteniendo con una mano su violín y con la otra el arco.

─Tranquilo, hijo, yo todavía práctico mis escalas. Eso es como los músculos, hay que trabajarlas.

Finalizada la clase, Eddy Marcano se queda en el salón. Samuel se dirige a la salida de la institución.

─ ¿Estabas nervioso, verdad?

─ ¿Se me notaba mucho? –expresa con vergüenza.

─ ¿Por qué te pones nervioso?

─Bueno, porque Eddy Marcano es Eddy Marcano.

Marco Detroit, buena vibra y electrónica

DJ Marco Detroit

Marco Detroit, DJ profesional

Son las seis de la mañana y Marco Antonio Gómez Pérez se levanta para preparar el tetero de su hija pequeña, Avril y para llevar a Sebastián, el mayor, al colegio. Se despide de su esposa con un beso y emprende con ánimo su rutina. Como DJ profesional, Marco se prepara entre llamadas, firmas de contratos y entrevistas para su presentación de la noche. Hoy es en la ExpoDJ del C.C. Sambil, pero mañana es en una discoteca de Maracay. Su trabajo es prender la rumba aunque, algunos días, lleve por dentro un funeral.

Marco es un hombre de estatura promedio. Sus ojos, son oscuros como el cielo de las noches que trabaja, su cabello corto y de color negro. Soldados grandes y relucientes forman dos filas perfectas para construir lo más llamativo de su físico: una hermosa sonrisa. En su piel, trigueña como buen criollo, lleva tatuado unos audífonos en el brazo derecho, como símbolo de su pasión por la música, el nombre de su hijo mayor en el antebrazo izquierdo, Sebastián, y un lirio en la muñeca derecha. “Me falta el nombre de Avril en el otro antebrazo”, dijo.

A sus 35 años de edad, Marco Detroit tiene una larga trayectoria como DJ profesional. Ha representado a Venezuela en países como Colombia, Panamá, Brasil, Aruba, y ha compartido tarima con artistas de la talla de Caramelos de Cianuro, Chino y Nacho y Calle 13. Su padre es la razón por la que sintió desde pequeño afinidad por la música. “Mi papá era DJ y, desde que tengo uso de razón, gateaba con unos audífonos”. Mientras su padre practicaba, él aprendía a su lado.

Fue a los 13 años cuando le entró a la música con más fuerza. A los 18, ya tocaba en un local de música latina en el club de empleados de las Empresas Polar. Como su padre era chef del lugar, llevaba su música y también a Marco, muy temprano en la mañana, para ayudar con el ambiente.

A primera vista

Hace 15 años, Marco Antonio vio por primera vez a Katiuska. De inmediato, supo que era la mujer que había estado esperando. “La conocí al lado de mi casa. Fue a preguntar por unos quinces de su prima, me asomé, nos miramos, y amor a primera vista”, dijo él. “¿La primera impresión que tuve de él? ¡Me enamoré!”, aseguró Katiuska, entre risas, su esposa. Cuando empezaron su noviazgo, Marco estaba muy joven y ella más enfocada, pero entre idas y vueltas la relación se torno cada vez más seria.

Sr. Frogs es una de las discotecas más famosas de la Isla de Margarita y también uno de los sueños de Detroit al comienzo de su carrera profesional. En el año 2004, lo llamaron para trabajar en ese lugar. Sin dinero, Marco viajó hasta Nueva Esparta y al llegar, le dijeron que se trataba de una audición. A él nunca le había gustado ese tipo de pruebas, pero por tratarse de Sr. Frogs, no le molestó. Como al dueño del local le gustó tanto su presentación, decidió pagarle la noche. Con ese dinero, pudo regresar a Caracas. Aquí lo dejó todo y seis meses después, Katiuska fue a acompañarlo. “No aguantamos estar separados”, comentó él. Fue entonces cuando le dieron un empleo a Katiuska como tequilera de la discoteca.

Ella lo ha acompañado durante su carrera como DJ, y recientemente, en su rol como padre. Avril, de un año, y Sebastián, de ocho años, lo son todo para esta pareja. “Tenemos un lema: Sin nuestros hijos no somos nadie”, expresó Katiuska.

Se casaron en el 2007. Sin embargo, Marco cree que no pasa el tiempo suficiente con su familia. A pesar de todo, cuando están juntos, él trata de desconectarse de su trabajo. Hay días en los que no puede, pero trata de tenerlos consigo e involucrarlos en su profesión. Detroit tiene un estudio en casa y eso le permite compartir ambos roles. “No puedes dejar de trabajar pero tampoco puedes decirle a los chamos que se queden afuera”, dijo. Les permite que invadan el estudio, jueguen, lo pongan como si fuera un parque y él interactúa con ellos. “En otras oportunidades sí me desconecto completo del trabajo y me dedico a tener una bonita familia”.

Prueba sorpresa

Hace pocos meses, minutos antes de que Marco subiera a tarima para una importante presentación, recibió una noticia que cambió no solo la hora de su show, sino su vida personal. Sebastián, su hijo de tan solo ocho años, había sido diagnosticado como paciente oncológico. Para él, ese día fue “muy loco”.

Marco Detroit es uno de los 10 mejores DJ’s de Venezuela, según la DJM Magazine. Le avisaron a las diez de la noche y en San Juan de los Morros, doce mil personas esperaban para aplaudirlo. Cuando recibió la noticia, pidió a los encargados que montaran otro DJ para poder asimilarlo. Luego de beber algunos tragos, pudo salir a trabajar. Estaba bloqueado. No quería pensar en eso. “Al trabajo se tiene que llegar con una sonrisa, una buena vibra, incluso si en el día te va mal, discutiste, todo eso lo transmites en la noche”. Es con esa base que Marco se muestra alegre ante al público. “Si no, no funciona”.

Pensó que no se podía. Pero a pesar de la complicada situación, trató de cambiar su manera de pensar y buscó el lado positivo de lo que estaba pasando junto a su esposa, y que siguen pasando. Le afecta cuando realiza eventos a los que acuden muchos niños. Poco a poco, se ha habituado a las preguntas. “A veces contaba mucho y el corazón se me iba ablandando hasta que me iba en llanto, pero después me acostumbré”. Si no habla, aguanta. De lo contrario, se le van las energías y no es lo que busca.

El trabajo como DJ le ha servido en el tratamiento de Sebastián. Marco y Katiuska contaban con una póliza de seguro. Cuando su hija pequeña, Avril, nació, debían renovarla. Sin embargo, en el momento del diagnóstico del niño, les dicen que solo en un año y ocho meses podían utilizar los beneficios de la póliza. Prácticamente, no tenían seguro. Mucha gente quiso ayudar. Mucha gente ayudó. Marco no organizó nada. Sus amigos DJ se acercaron y organizaron dos eventos de música electrónica para recolectar dinero y colaborar. “Todo lo hicieron muchos amigos y de por vida se los voy a agradecer”, dijo. “Es 100% padre y se ha comportado a la altura ante esta prueba tan difícil que se nos ha puesto”, agregó Katiuska, con respecto su esposo.

Es tarde ya

“Buena vibra”, es la frase que identifica a Marco Detroit. Siempre la usa, especialmente cuando se dirige a sus seguidores. Cuando está trabajando, presiona a su equipo con un “es tarde ya”, para darle ánimo a sus compañeros y salir a darlo todo en la tarima.

Es característico del “Team Detroit” el espectáculo de las bailarinas. Un grupo de chicas que complementan el show y le dan prestigio al DJ. Fue en el año 2012 cuando surgió la idea. “Hicimos un evento en Margarita donde el dueño quería algo tipo Ibiza, con elementos en tarima”, comentó. Junto con otro colega, involucraron varios elementos que en Venezuela no se usaban: efectos especiales e intros en pantalla. Como gustó tanto en esa fiesta, Marco decidió “venderse” de esa manera. “Porque DJ’s habemos demasiados”, agregó. Tiene entonces en su grupo: bailarinas, robots, cantantes, un saxofonista, un percusionista y muchos elementos en pantalla.

Es en las horas menos esperadas que a Detroit lo invaden las ideas para nuevos proyectos. “Siempre estoy en mi casa, tres de la mañana y despierto a mi esposa. Prendo el estudio y le enseño la idea”. Las plasma rápidamente para que no se le olviden y al día siguiente se comunica con los productores y el resto del Team.

Para Marco, la presentación más difícil que ha tenido fue en La Carlota. 250mil espectadores que conformaban un público muy variado y con diferentes gustos musicales. Se trataba de un concierto de Rubén Blades con la Sinfónica de Venezuela y Detroit, junto a un equipo de Dj’s, encabezado por Doug Reiner, que en ese momento representaban la red Musik FM, servirían de teloneros. El momento fue difícil y un poco incómodo, porque no todo el público disfrutaba la música electrónica. “A cierta hora de la noche, la gente estaba más calmada, con menos calor y pudimos hacer el trabajo como siempre lo hacemos”, dijo.

El género musical que domina, la música electrónica, lo ha hecho perfeccionar su trabajo. Sin embargo, juega mucho con el tipo de clientela. Él se mueve mucho con los gritos de los espectadores. “Al público que me contrata le gusta lo comercial, lo bailable. Como dicen, música de peluquería”. A pesar de los nombres que le asignan, a Marco le encanta la música de peluquería y siempre le ha funcionado.

Piel de gallina

Keily Marcos tiene 15 años de amistad con Marco Antonio. Lo conoció cuando él era DJ de un local ubicado en la Universidad Santa María. “En una palabra, él es humildad”, aseguró.

En cada presentación, Detroit siente un vacío como si se tratara de la primera vez. “Un minuto de inseguridad antes de subir a la tarima”, dijo. Cuando conoce al tipo de público, es más fácil. Para él, es diferente tocar en discotecas que en conciertos. A los locales, suele asistir el mismo público constantemente y con intereses musicales similares. Con respecto a los conciertos, los espectadores son variados. “Te encuentras con personas de todo tipo, diferentes gustos y maneras de pensar”.

Marco cree que el día en que deje de sentir ese vacío, será como un trabajo más. También considera importante la euforia, los gritos de la gente cuando él pone una canción que les gusta. “Se te levantan los vellos de la piel y es algo que, científicamente, no tiene manera de describir”, expresó mientras se frotaba los brazos.

Feel you

“Feel You” es el nuevo sencillo promocional del DJ Marco Detroit, junto al DJ Productor Miguel Style, conocido en el medio por su cantidad de lanzamientos a nivel mundial, según la página web, TuFlash.com. En él, se cuenta con la participación de Carlos Palacci, destacado por su actuación en el Latin American Idol del año 2007.

El tema “tenía tiempo engavetado”, dijo Marco. Más de un año. Lo colocaban en fiestas y al público le gustaba, pero no lo lanzaron porque muchos amigos, que son parte del medio musical, le decían que el sencillo estaba muy adelantado. Fue este año, en una entrevista con Ramón Castro, que colocaron el tema y él les ofreció ponerlo en el opening de los Premios Pepsi Music. Fue una propuesta que no pudo rechazar.

Marco Detroit se visualiza en Tomorrowland, el festival más grande de música electrónica a nivel mundial, en un máximo de tres años. Ha visto muchos DJ’s que han venido al país y que son excelentes, pero considera que el venezolano tiene una picardía que no tienen los demás. Ni en Europa, ni en Estados Unidos, tampoco en el resto de Latinoamérica. “Cuando hemos ido a otro país, la reacción ha sido muy positiva. Es algo que solo tenemos los venezolanos”, concluyó.

La alegría, la pasión por la música y la dedicación son algunos de los muchos valores que llevarán a Marco a llegar más allá de lo que imagina.

Por Liseth Gómez